CON LAS OLAS CONTADAS

ENTREVISTA: JUAN MANUEL MARCHETTI

Una charla con el surfista y escritor oriundo de Necochea, autor de Con Las Olas Contadas

Por Sebastián Chacón

Fotos Canty Ramos

Hace unos cuantos veranos, mi amigo Canty Ramos me regaló el primer libro de un amigo suyo. Hace unos pocos días, sonó el teléfono y del otro lado de la línea, con su  particular cadencia, este amigo me volvió a anoticiar de la salida de un nuevo libro del mismo autor, ese que descansa en mi biblioteca junto a otros laburantes de las palabras, que suelen despertar la curiosidad de Julia; y que afortunadamente terminan en un préstamo con devolución asegurada.

Juan Manuel Marchetti acaba de editar Con Olas Contadas, sucesor Largo todo. Chau. Me voy (su primera novela y debut literario). En esta segunda oportunidad, el escritor se sumerge en el mundo de los cuentos, pintando distintos universos, todos con vista al mar y los adentros de personajes ávidos de aventuras.

En su sitio web, el autor enseña las siguientes credenciales: “En la primavera de 1987, quince años después de haber nacido, me paré por primera vez en mi tabla. En aquella época con mis amigos, pasábamos los días en la escollera de Necochea sin importar si las olas estuvieran buenas o malas. Ese era nuestro potrero. Hoy día sigo asistiendo cuando las olas me llevan, y cada instante que disfruto allí lo sigo transformando en combustible para avanzar por la vida.

Esos días fueron el génesis de todas las historia de mi libro, fueron esencialmente de libre albedrío. Todo lo que me sucedió hasta hoy desde que me convertí en surfista, tiene como punto de partida aquel potrero de arena y mar frecuentado diariamente en los años ochenta y noventa. No creo en el destino, creo en los sueños, porque vivir no deja de ser un sueño. Parafraseando a Lennon, «La vida es lo que nos pasa mientras surfeamos”.

Entre audios y el ir y venir de correos electrónicos, nos tomamos el tiempo para la charla y este es el resultado.

¿Cómo fue el proceso creativo de Con Las Olas Contadas?

Siempre empiezo el proceso creativo de un cuento con una idea que va dando vueltas por mi cabeza. Es como que algo me llama a escribir. Ni bien tengo esa idea, la mastico bastante y la paso a una hoja, en forma de sinopsis, como si estuviera explicando en pocas líneas de qué se trata el cuento. Luego con los días (en mi caso, por la falta de tiempo libre) voy imaginando los diálogos, los personajes, los lugares, y otros detalles que ayudan a crear el ambiente narrativo. Hablo conmigo mismo mientras camino por la calle, o estoy a solas. Y desde ya en el agua, en los momentos de espera de una ola, siempre son reveladores, logro abstraerme mucho surfeando. Todo lo guardo en la memoria y también en un cuaderno chiquito que uso de borrador.

Por lo general, lo voy imaginando y cuando tengo la motivación necesaria, me siento en la compu a darle forma a ese Frankeisten.

Como soy creativo publicitario, tengo un ejercicio aceitado a la hora de pensar ideas. En seguida que sale algo digno, lo anoto en un papel (lo malo es que tengo tan mala letra que luego me cuesta entender lo que escribí) por suerte ahora están los teléfonos que me sirven para grabar lo que pienso. 

Juan Manuel Marchetti en su casa.

¿Qué destrezas sentís que afilaste en el plano de la escritura, entre Largo Todo… y Con Las Olas Contadas?

Tengo la sensación de que voy encontrando mi estilo narrativo a medida que escribo más y más. Me divirtió mucho escribir cuentos. Es como sufrir menos y ver el resultado final más rápido.

Largo todo, siempre fue escrita como una novela. Sin embargo Con las olas, empezó como novela y luego cambió a formato cuento. Porque en el proceso se me ocurrían muchas más cosas que contar. También Encontré mi lado cómodo en la escritura, que es tratar a los personajes como personas que rondan a mi alrededor. Me gusta cuando la ficción se acerca a un paso de la realidad. Cuando lees un cuento y te queda la duda si pudo ser verdad.

En cada cuento le doy más importancia a la historia en sí, que a las palabras. Y me divierten los finales, con un doble sentido o una invitación a la reflexión.

Vencer la pereza suele ser el principal acto de rebeldía para quienes empuñamos la birome con frecuencia. ¿Cómo te llevás con eso y cómo es posible acomodar los tiempos con cuatro hijos, trabajo, vida y ese sinfín de etcéteras que viene en el bolso de las responsabilidades?

Soy bastante perezoso a la hora de sentarme a escribir. Como no vivo de la escritura, no tengo la necesidad de sentarme y hacerlo todos los días. Pero hay otro yo interior que cada tanto se despierta y toma posición de mi ser y me invita escribir. Como bien lo afirmás, la escritura es un acto de rebeldía. Es jugar a ser Dios, olvidarse de cómo está hecho el mundo y crear uno nuevo. Es fascinante generar historias que puedan servir para enfrentar lo que nos imponen, o movilizar pensamientos en el lector. Quizás lo malo de escribir sea abandonar por momentos la lectura, a veces me planteo para qué voy a escribir con todo lo bueno que hay para leer. 

Con respecto al tiempo, con 4 hijos y las obligaciones laborales para poder vivir, se torna difícil encontrar esos momentos de soledad que necesita la escritura. Ahí juega mucho la motivación y de alguna manera la optimización del tiempo. Soy medio TOC con esto. Me molesta mucho desperdiciarlo haciendo cosas prescindibles. El tiempo es lo más sagrado que tenemos en esta vida, no lo pienso en términos productivos, más bien en términos existenciales. A los 47 años más que antes trato de optimizarlo al máximo. Quizás de ahí sale el título del libro Con las olas contadas. Ser consciente de que todo esto algún día se termina, me genera la motivación necesaria para enfocarme en lo que realmente me gusta. Escribir está en esa lista de cosas.

El Surf se ha convertido en una hoguera de vanidades, exacerbada por las redes sociales y los campeones del Yo – Yo… ¿Qué cosas extrañas de la era del anonimato?

Tal cual como lo decís. Hay un culto excesivo a la personalidad fogueado por la pasividad de las redes. Nos metimos en un barullo que no sabemos hasta donde nos llevará. Desde ya que hay mucho de bueno en eso, pero un gran lado muy histérico en cuestión de exposición y pérdida de criterios. Hoy pareciera que vale todo. E pienso, luego existo, ha mudado a: Existo, luego pienso.

Soy nostálgico con los años de mi post adolescencia y la era pre internet. Extraño la rebeldía anónima de esos años. En donde buscábamos no seguir las modas, ir contra la corriente. Muchas veces nos ponemos a filosofar con mis amigos surfistas sobre qué paso en el medio de todo esto. En Necochea y obviamente en Mar del Plata, a fines de los ochenta y noventa, ser surfista era pertenecer al grupo de los vagos y drogadictos. Te miraban extraño en la calle. Hoy somos vistos como gente “cool”. No estaba bueno que nos trataran como antes, y tampoco como ahora.

Uno de los cuentos del libro, llamado XYZ trata sobre lo que preguntás. Es la historia de un surfista local de la escollera de Necochea, que empieza a sentir dolores en el cuerpo cada vez que lee una nota sobre la moda del surf en algún medio nacional. Un cuento que seguramente va a incomodar a más de uno, pero que me sirvió como reflexión o descarga sobre todo lo que estamos viviendo. Es un cuento que aborda al surf desde un romanticismo casi utópico para los días de hoy.

El autor cuando no escribe…

¿Cuántos cuentos te quedaron afuera de Con Las Olas Contadas? ¿O llegaste con el material justo y necesario?

Quedaron dos cuentos afuera. Uno de ellos sin terminar. Una de las causas fue que el libro es una autoedición, y más páginas significaba más costo de impresión.

¿El título del libro en qué momento apareció? ¿Alumbró a los cuentos o los cuentos alumbraron el título?

Con los dos libros me sucedió lo mismo. El título apareció una vez terminado, en el proceso de corrección. Tenía tres nombres, pero releyendo uno de los cuentos, me quedó en claro cuál debía ser el título final. Además de ser el nombre del cuento principal, tiene relación con la totalidad del libro, y también con mi mirada al surf en esta parte de mi vida.

¿Por qué el surf?

Escribo sobre lo que más conozco. Me gusta contar cómo se vive el surf desde la mirada de nuestro potrero, el mar, la escollera de Necochea. Todo lo que viví en estos últimos treinta años surfeando se convirtió en combustible para mis cuentos. Mi gran influencia fue Fontanarrosa, me divierten muchos sus libros y en partes tomo esas cotidianidades de sus personajes como partida para mis relatos. 

Del otro lado del mostrador.

De todos los cuentos del nuevo libro ¿cuál te costó más y por qué?

XYZ fue el cuento que más tiempo me llevó desarrollar. Fue el tercero que escribí. Lo cambié mil veces hasta encontrar un final que realmente me gustó.

“Con las olas contadas”, cuento que lleva el nombre del libro y que en principio se iba a llamar “El Tano”, me demandó mucha corrección. Es un cuento que toca un tema bastante tabú en argentina, que es la historia de un montonero. No muchos han escrito sobre esta parte de la historia, quizás porque muchos no se sienten acreditados a escribir sobre algo que no fueron partícipes o porque hay mucho de: Mejor no hablar de ciertas cosas… A mí no me importó, y para darle otro condimento, ficcioné la historia y convertí a un montonero en surfista. El cuento más que una mirada política, tiene una narrativa más de aventura. Es el cuento que más llamó la atención entre los lectores, según he averiguado.

¿Cuál es el mejor secreto que esconde Necochea?

Definitivamente la naturaleza no intervenida por el hombre (hasta el momento). La gran belleza de Necochea radica en el mar y su extensa costa. Y los olones que nos regala el mar cada tanto.

Con tantos años de historia en Argentina, ¿Por qué hay tan pocos libros que aborden el surf?

Creo que los pocos libros escritos sobre la temática del surf, son más del género documental que de ficción. Tal vez Largo Todo. Chau. Me voy, fue la primera novela ficción sobre la cultura del surf en Argentina (aunque no tengo datos para afirmarlo).

Quizás se deba a que haya pocos surfistas escritores. Además, para escribir sobre lo que vive un surfista, sin que suene impostado o con sabor a cliché, se necesita ser un jugador más del potrero.

Intuyo que se vendrá una nueva camada de surfistas escritores. Ya sucedió con el arte plástico, debería pasar lo mismo con la escritura. 

Para quienes quieran conseguir mi libro en estos tiempos de Covid, les dejo el link de mi web: juanmarchetti.com.ar

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