BOLIOLI, EL ARTE, EL SURF Y LA BRONCA DE MILES DAVIS

Por Sebastián Chacón

¿Cuántas vidas vive una persona? Todas las que esté dispuesto a vivir. Basta con echar un vistazo a la línea de tiempo de Eduardo Bolioli para confirmarlo. Sus días en busca del artista que hoy conocemos, supuso un largo viaje para este uruguayo, quien desde muy pequeño tuvo a mano una valija. el pasaporte al día y una precoz fascinación por el skate. Todo eso en épocas donde ser médico o futbolista eran los sueños más recurrentes de su generación.

Según cuenta la leyenda, fue el primer uruguayo en tener un skate. Lógicamente, no lo consiguió en tierras charrúas. Fue en España, donde antes de partir junto a su familia con destino a Ginebra (Suiza), decidió comprar ese novedoso souvenir.

World Trade Center 1979.

En 1973 volvió a Uruguay y ahí comenzó a hacerse un lugar y nombre en la incipiente escena del skateboarding. Todo fue en aumento, hasta que a su padre – un pastor metodista estrechamente ligado a los Derechos Humanos – lo invitaron a exiliarse. Los milicos gobernaban y como es sabido, entre sus trucos favoritos, la desaparición de personas encabezaba la lista. El avión despegó con toda la familia Bolioli con destino a New York.

Los influjos callejeros de la Gran Manzana hicieron todo lo necesario para despertar a su artista interior. La impronta callejera de Basquiat, el Studio 54 marcando el ritmo de una nueva era y los últimos vestigios de los 70 en el cerebro del mundo, terminaron de condimentar un poderoso potaje que viajaría por siempre junto a sus elementos de trabajo.

En su CV aparecen artes para tablas de Sunny Garcia, Shaun Tomson, Martin Potter, Marvin Foster y la lista sigue. Fue director de arte de Blue Hawaii, surfeó secrets spots junto a la crema del surfing hawaiano. En pocas palabras, supo disfrutar de todas las puertas que el arte le supo abrir. Uno que se la buscó y se la ganó.

Dueño de mil historias y un tipo al que el mismísimo Miles Davis, no dudó en bautizar como “Pequeño Bastardo Arrogante”, por cierto, dato que lo sitúa entre los más selectos entrevistados de Surfpress, desde ahora y para siempre.

Después de montar su última muestra en Hawaii, Eduardo se tomó el tiempo para charlar con nosotros.

¿Cómo fueron tus comienzos en el arte?

Calculo que fue como el de todo artista de mi generación, un block de hojas y unos lápices que me daba mi madre para que la deje en paz por un rato je je! En realidad mi padre dibujaba muy bien, le gustaban las caricaturas y creo que esa coordinación ojo/mano es algo que se hereda. Vivimos en Suiza del 68 al 73 y ahí en la escuela le daban mas bola al arte que en las escuelas de Uruguay, en 3er año la maestra de dibujo tuvo un accidente y como no tenían reemplazante mi maestra me pidió que me encargue de enseñar y seguí hasta que vino otra maestra de dibujo, pero con la primera fue con la que mas aprendí. Al volver a la escuela publica de Uruguay, de nuevo cero bola en cuanto al arte y debido a que Uruguay entraba en dictadura Bellas Artes fue cerrada y las perspectivas de estudiar arte no eran buenas. Recién al llegar a 5to de secundaria nos mudamos a NY y ahí si, tenia clases de todo tipo. Es mas sin casi hablar inglés me las ingenie para decirle a mi coordinador que yo era brillante en química, física, matemáticas, historia y biología, tenía el carnet de notas de Uruguay lleno de unos ( no existe nota mas baja) y le dije que era el equivalente al A (Sobresaliente) así que quería enfocarme en arte ya que era mi punto mas débil, el gringo compró y tuve 5 horas diarias de arte hasta finalizar la secundaria. La ventaja de vivir en un mundo no globalizado ni digital.

Proceso creativo.

¿Cómo fue llegar a New York a finales de los setenta siendo adolescente y cómo influyó en tu manera de ver e interpretar el mundo todo ese arte callejero de la época?

Llegar a JFK y tomar el tren hasta Rockefeller plaza, fue como una trompada cultural! Los vagones todos grafiteados por los gangs de NY, luego salir de la oscuridad del subte y mientras subía esa escalera miraba los rascacielos que parecían venirse encima. De ahí fuimos a Ithaca al norte del estado donde terminé la secundaria, en el 81 ya me instalé en la zona metropolitana para ir al School of Visual Arts, ahí entré en contacto con el Street art, que si bien usaba los mismos elementos que el grafiti pandillero, se diferenciaba conceptualmente, era arte llevado de la galería llevado a un público masivo de peatones. Haring, Scharff, Futura, Basquiat estaban por toda la ciudad.

 ¿Cuál fue el hecho artístico que más te impactó de aquellos años en NY?

No sabría decirte, en esa época era estudiante y todos los días algo me impactaba. El video de DEVO “Whip it” con skaters en un pool y esos cascos de plástico rojos, fue algo impactante para mi, los dibujos en tiza de Keith Haring en el subte, también me impactaron. Pero en esa época yo estudiaba dibujo de humor, Harvey Kurtzman era mi profe (Creador de la revista MAD) y estaba centrado en eso, Harvey trajo a Bob Grossman un ilustrador del carajo a darnos una clase, el tipo hacía tapas de Time magazine, dibujos en NY Times, Newsweek etc, un groso! Cuando le pregunte cuanto le pago la revista Time por la tapa y me contestó que fueron solo $500, eso me impactó, porque un alquiler barato costaba el doble en esa época y ahí dejé el dibujo de humor y comencé a mirar la pintura con otro ojo.

Eduardo andando en el Soho, NY, 1983.

¿Cómo nace la conexión con el surf y qué te llevó a instalarte en Hawaii?

Un articulo en la Surfer, llamado “The Southern Cone Expedition” fue lo que me hizo tomarme un año sabático e irme a Uruguay a correr olas, trabajé 6 meses haciendo de todo y me pague el pasaje que en es época era una fortuna, así me banqué otros 6 meses en Uruguay. Al volver a NY decidí hacerlo nuevamente, volví a Uruguay y luego con el Coco Carranza, arrancamos para Imbituba. Pero igualmente pasé la mayoría del tiempo acampando en la Paloma, ahí me hice de dos amigos que planeaban un viaje a Hawaii, Aldo Ramirez que ya había estado en las islas y Leo Garcia.

En el 85 decidí definitivamente dejar la facultad e irme a Hawaii junto a Leo y Aldo con el sueño de pintar tablas.

Un día de surfing en casa.

¿Qué te acordás de ese encuentro con Mark Foo en la discoteca?

Si, fue algo inesperado. Yo no lograba entrar a trabajar en ninguna fábrica, en Town and Country me escupieron mal, el dueño me dijo sos muy “Haole” para trabajar con nosotros. En esa época me la rebuscaba pintando remeras con aerógrafo y haciendo decoraciones puntuales para la discoteca Pink Cadillac, un diá me llaman para decirme que había que ambientar la fiesta de Blue Hawaii Surf, hice unas caricaturas de Foo y de Sunny. Mark quería llevársela y la hermana del dueño de la disco me lo presentó, le dije que no podía dársela a menos que me presente a Glenn Minami y así fue, cinco minutos más tarde estaba en la VIP con Mark y el me presentaba como un gran amigo con mucho talento. A la semana estaba pintando tablas en Blue Hawaii. Seis meses más tarde pase a ser el director de arte de la empresa y la mayor competencia era Town and Country. Al año me contactó el dueño de T&C para que me vaya con ellos, pero le dije que solo me interesaba trabajar para marcas Hardcore.

¿Cómo fue la conexión con tipos como Sunny García, Martin Potter y Shaun Tomson? ¿Te acordás que cosas solían pedirte?

Sunny un crá! Siempre me dio total libertad para hacer lo que quiera en sus tablas y siempre fue agradecido formamos una gran amistad, surfeamos juntos algunos spots secretos en esa época, de tanto en tanto salíamos a cenar o de joda. Pottz era Pottz no me daba mucho con el, hacia lo que me pedía y listo. Shaun Tomson otro crá, además fue el primer surfer pro al cual le pinté una tabla, lo único que me pidió fue que no le ponga amarillo. Cuando vino a buscar las tablas pasó por la sala de pintura y me vino a agradecer por el trabajo. Tambien le pinte tablas a Ross Williams, Johnny Boy Gomes, Kaipo Jaquias, Marvin Foster y con todos ellos la mejor, muchos me llevaron a surfear lugares donde solo iban los hawaiianos y cuando entraba al agua me miraban como para matarme, pero cuando decían este es mi amigo Eduardo, me dejaban las olas y todo. Mark me llevo a un secret spot cerca de su casa y ahí termine surfeando casi todo el tiempo con una o dos personas en el agua.

¿Cómo era la mística de aquellos años en una fábrica como Blue Hawaii?

Si no te consideraban hardcore, no durabas mucho, salvo que seas la contadora o la telefonista. Todo pasaba por un tema de actitud y no era nada de eso de hacerse el chico malo era un tema de vivir para surfear y tratar de ser lo mas radical posible en el enfoque hacia las tablas. En esa época laburabamos en la fabrica, agitábamos la noche y surfeábamos a morir, había mucho desbunde, a nosotros nos veían en todos los bares, recitales etc, a los de las otras fabricas ni te los cruzabas. En BH estaba Randy Sleigh un shaper del carajo y un rockanrollero salado ese tipo de gente trabajaba ahí.

¿En qué momento de tu carrera empezaste a consideraste un artista?

Cuando comencé a vivir de eso, en realidad cuando pintar tomó mas importancia que surfear. Ahí me di cuenta de que tenia el arte en mi cabeza todo el día, así que me rendí y me dije: finalmente soy artista.

Island Girl.

Diseñaste un póster para un show de Miles Davis en Hawaii… ¿Qué te acordás del momento puntual en que te hacen ese encargo? ¿Fuiste al show? ¿Llegaste a conocerlo al genio?

Cuando me pidieron que diseñe el poster, me descolocó totalmente. Asi que me fui a Tower Records y me pasé la tarde entera estudiando las tapas de sus discos. Fue mi primer afiche para un show, me pagaban $150 mas dos entradas dobles con backstage, así que le di una a mi hermano y nos vimos todo el show sobre el escenario comiendo y tomando cerveza de arriba, me agarré un pedo bárbaro. En eso llega el asistente del productor que era un cubano super jodón y me dice: “Eduardo, Miles te quiere conocer, andá para su camerino que te está esperando”, pensé que me estaba tomando el pelo y no le di bola, a la media hora se me acerca el productor y me cagó a pedos por no haber ido. Me dijo además de que Miles estaba furioso y que dijo que yo era “un pequeño bastardo arrogante” para mi todo un elogio viniendo de uno de los tipos mas arrogantes de la música! Así que le dije al productor que iría al hotel a pedirle disculpas y a firmarle el afiche que era lo que el quería, pero la respuesta fue: imposible salieron derecho al aeropuerto y se van a Tokio. Al año volvió pero con otro productor, así que me quedé esperando a que lo traiga la limusina, cuando llegó al Waikiki Shell le abrí la puerta, me le planté adelante y le dije “ Miles, soy el pequeño bastardo arrogante que no te firmo el afiche el año pasado” se rió me dio la mano y me pidió el afiche, a lo que le dije solo tengo uno y no se lo doy ni a Dios, se rió así y me presento a su asistente para que arregle con ella e ir a verlo cuando pase por NYC ya que él tenía un para que los firme ahí. Desgraciadamente falleció un par de semanas antes de que yo viajara a NY.

¿Qué es lo que seguís encontrando al momento de plantarte frente a un lienzo en blanco?

Con la misma pregunta de siempre: ¿Y ahora, que mierda hago? Fuera de broma, me paso horas frente a un lienzo o una tabla pensando hasta que algo llega.

Sumando arte a las horas.

¿Cómo definirías tu arte?

No, lo tengo muy claro todavía. Es un pop que acerca el surfing al arte pero que no es puramente arte en si. Algún día alguien me lo va a saber describir en una frase y me aprenderé esa frase de memoria, mientras tanto seguiré haciendo lo que puedo pensando que es arte.

¿Cuántas horas al día le dedicas al arte?

Casi todo el día, porque estoy pensando constantemente en que hacer o como cambiar lo que hago, no quiero morir haciendo lo mismo, sería como tener un trabajo en un cubículo.

Bolioli 100%.

¿Cuántas veces tuviste ganas de mandar todo a la mierda?

Muy seguido, pero cada vez que mandé todo a la mierda me fue como el orto, y la verdad es que la mierda apesta mal.

Mujeres y quillas, imposible imaginar la vida sin ellas.

¿Qué le dirías a una persona que recién está empezando y siente que el arte lo está esperando con grandes cosas?

Que no hay grandes cosas, solo un camino a recorrer y esa es la gran cosa. Cuando uno llega a una meta que parecía inalcanzable, hay que idear otra. Creo que lo mejor es proponerse crear e inventar un lenguaje artístico propio y volver a inventarlo una y otra vez. A lo largo de ese camino uno se da vuelta hacia atrás y capaz que puede decir “Ahh la mierda qué lejos he llegado, cuanto camino he recorrido”. Por lo menos eso me pasa a mi a los 61 años cuando contesto estas preguntas y me doy cuenta de todo ese camino recorrido, que para un joven de veinte puede resultar ser algo eterno.

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