La Paloma se quedó en silencio. Pero en cada rincón del acantilado sigue viva la espera: la del surf que no se programa, la que llega —como las estaciones— a su tiempo.
Por Sebastián Chacón
Foto: Canty Ramos para Quiksilver Argentina

Este año siguieron de largo. Algunos dicen que tenían otros planes, otros afirman que siguen siendo tan rebeldes como siempre, incluso al punto de desafiar a la principal Diosa de nuestra era, la tecnología. Lo cierto es que las olas nunca llegaron durante octubre al acantilado de La Paloma.
Profesionales y Palomeros bajan la guardia de manera obligada, al menos hasta el próximo año, cuando el Quiksilver La Paloma Invitacional vuelva a encender el motor de una máquina que funciona con una extraña composición química: mística, cultura, tradición y surfing de acá. Ese que sigue abrigando historias escritas sobre la tierra de un milenario acantilado.
Ni antes ni después. A tiempo, como las estaciones. Habrá que esperar a la próxima primavera para abrigar una nueva esperanza: que La Paloma vuelva a ser la gran protagonista.







