SIESTAS Y OLAS: OLITAS Y MUY PICANTE

Mariano Navarro y Fefe Goñi en México

Después de un viaje redondo, donde todo salió a la perfección, comenzando desde el transfer que nos pasó a buscar por la puerta de casa para llevarnos a Ezeiza, el excelente servicio de la aerolínea, el hostal en el mismo aeropuerto del DF, para que a la mañana siguiente podamos tomar el vuelo de conexión que nos llevó a Puerto Escondido. Todo salió como debía de salir.

Ya bajando del avión en puerto, el calor nos da un fuerte abrazo sofocante. Taxi, atamos las tablas en el techo y la casa de Dan y Carmen  en bahía Zicatela nos esperaba.

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Suerte a nuestro favor, el mar desde hace unos días estaba chico y amigable, pero con mucha gente. Ideal para ir entrando en calor y adaptarnos. Dos a tres metidas por día con olas de un metro a metro y medio, algunas con tubos y otras para hacer maniobras. Pero lo mejor es la temperatura dentro del agua,  25 grados, increíble. Tengo bien claro que esto no es el verdadero Puerto Escondido, pero sí es una Mar del Plata con swell y excelente clima.

Al mediodía, cansados de horas de remar y revolcones contra el fondo, ni hablar del intenso calor, la siesta es un ritual casi obligado. Por la tarde la tormenta, con fuertes rayos, trae con ella el viento de tierra , volviendo a poner el mar en condiciones ideales para ir de nuevo al agua.

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¡No comas de la calle decían! ¡Cuidado con el picante! , ninguna de las dos respetamos. Ni bien llegados , primera parada fue un puesto en la calle, dos burritos completos y una increíble y refrescante cerveza . Sin importar si nos iba a caer bien o mal. Por suerte elegimos uno bueno donde estaba todo fresco, bien cocido y muy picante.

 

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