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SEMILLAS: LOS HERMANOS MAIZAL, UNA HISTORIA BIEN LATINA

Fotos: Isis Petroni

Entrevista: Juan Grassi – Isis Petroni

Texto: Seba Chacón

 

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Jorge y Luis… Los hermanos Maizal.

Latinoamérica abunda en terreno fértil para semillas que esperan germinar, basta con dar una vuelta por ese extenso territorio enmarcado entre México y Argentina para darse cuenta que talentos sobran. Esta nueva sección titulada Semillas pretende arrojar un poco de luz sobre los indicios de una nueva generación.

Los protagonistas de esta primera entrega son los hermanos Alarcón, conocidos como los niños del maizal, o los hermanos Maizal. Nacieron en Quito, crecieron y vivieron en la capital ecuatoriana junto a su madre, su padre los abandonó cuando estaban en gestación.

Jorge Vinicio Sangachi Alarcón y Luis Fernando Sangachi Alarcón a los once años dejaron la casa materna y en la calle encontraron público para sus malabares, poco a poco fueron perfeccionando la técnica y los trucos y empezaron a juntar dinero, de ahí una interesante vuelta por todo Ecuador, hasta que el ir y venir los llevó por primera vez a Montañita, lugar donde comienza una nueva historia.

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Luis a la izquierda y Jorge a la derecha.

Lejos de ser la típica historia marginal de niños de la calle, hoy a los 16 años los hermanos reconocen que nunca se fueron sin el permiso de su mamá y que siempre vuelven a la casa donde crecieron.

Esta es la historia y así la cuentan los protagonistas.

“A los once años salimos a trabajar haciendo malabares, viajamos prácticamente por todo el Ecuador, un día llegamos a Montañita y nos quedamos tres días. Así fue durante un tiempo, veníamos los fines de semana y nos regresábamos a Quito, hasta que una vez nos quedamos tres meses en la casa de unas amigas venezolanas, ellas nos regalaron nuestra primera tabla. Una tabla para los dos, entonces nos turnábamos, un día bodyboard y un día tabla”, Jorge es quien lleva la voz cantante y Luis apuntala a su hermano con bocadillos certeros que tapan olvidos u omisiones en la cronología del relato.

¿Empezaron solos?

Sí solos, pasaron siete meses hasta que las venezolanas se fueron… No sabíamos que hacer, si quedarnos en Montañita o regresarnos, nos hicimos amigos de Dicky, un argentino que tiene la pizzería más grande de acá, y él nos dijo que si estudiábamos nos daba casa. Empezamos a estudiar, nos pudimos hacer nuestras tablas y seguir surfeando.

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Luis, el regular.

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Jorge, el goofy.

¿Cómo es un día en la vida de ustedes?

Pues a la mañana a la escuela hasta las 13:30, salimos corriendo a surfear hasta la noche, de ahí salimos a trabajar y después hacemos los deberes.

Dicky es el argentino dueño de la pizzería más grande de Montañita, y una especie de padrino de los “Niños del Maizal”, además de darle techo, trabajo y alentarlos en el estudio les abrió los ojos en materia de surf y los empujó a viajar a Galápagos.

“Dicky nos dijo que teníamos que ir a Galápagos para aumentar nuestro nivel, él nos pagó un pasaje y nosotros trabajamos haciendo malabares para pagar el otro. Fue una experiencia increíble, dos meses buenazos a puro surf y ahí conocimos un amigo y nos quedamos en la casa de él”.

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Siempre juntos.

¿Cómo les fue con las olas de Galápagos?

Si está grande cuesta, tenés que estar preparado porque si te cae la serie en la cabeza la pasas mal. Una experiencia muy buena, te das cuenta que tienes que estar bien preparado física y mentalmente. La ola es agresiva, con más agua y con fondo de roca… Fue una muy buena experiencia.

¿Cuál es su ola preferida en Montañita?

La Punta, cuando está perfecta es una derecha larga para muchas maniobras y tubular.

Jorge y Luis están compitiendo en el circuito nacional ecuatoriano, sin más apoyo que el de sus bolsillos, estos surfistas –malabaristas apuestan a ir buscando buenos resultados poco a poco. Luis subió varias veces al podio, todavía no pudo al escalón más alto, pero en eso está. Jorge también reconoce que va por el buen camino, y hace foco en que a pesar de surfear hace dos años, lo hace mucho mejor que otros “peladitos” que surfean hace siete años y que además cuentan con todo el apoyo económico de los padres.

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¿Qué piensan hacer en los próximos años?

Terminar el colegio y después hacer foco en el surfing, viajar y ver qué pasa con el surfing… Si consigo apoyo me dedico a correr profesionalmente, de lo contrario para donde vaya surfeo… Lo tengo ahí el surfing como algo para mí.

¿A quién tienen como referente?

Nos gusta Mario Gambellini, surfea el circuito nacional y es muy bueno. También Billy Rodríguez nos gusta mucho. Andrés Fernández es otro que surfea muy bien y nos dio una ayuda muy grande, muy buena gente.

¿Qué representa Dicky para ustedes?

Fue como un padre para nosotros, nos ha apoyado… Siempre quiso que vayamos por el camino correcto, que nos ganemos las cosas con nuestras propias manos, con dedicación y entrenamiento.

¿Qué es el surf para ustedes?

Jorge -“Para mí es increíble, es algo que tienes que ser surfista para sentirlo… Correr una ola, surfear una ola es demasiado increíble”.

Luis –“Para mí el surf es fluir, te pierdes de todo lo que pasa afuera, te metes 100% en la ola, piensas en la ola y en que maniobra hacer”.

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¿Qué hubiese sido de ustedes si no hubieran conocido el surf?

Estaríamos en Quito con nuestra vieja, estudiando, haciendo malabares, viajando a las convenciones de malabares que se hacen cada dos meses en distintas partes del mundo… Ahora tenemos la mente puesta en el surf.

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Los hermanos Maizal viven su vida juntos, como todos los hermanos tienen sus peleas y discusiones, sueñan con recorrer gran parte del mundo como surfers, y si la cosa no se da el plan B también los puede llevar por el mundo de la mano de los malabares.

Los hermanos Maizal, dos semillas que recomendamos regar con agua de mar.

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